Carlos Marighella, en su centenario
En un hogar pobre de Salvador de Bahía nac ió Carlos Marighella, el 5 de diciembre de 1911, hijo de un emigrante italiano y de una mujer negra descendiente de los haussás, vieja estirpe de combatientes contra la esclavitud del africano en Brasil. Él tenía ese orgullo de poseer sangre esclava y ser reticente a silenciar esa emanación de lucha que sus genes potenciaban. Pronto admitió esas contradicciones que se daban en un hogar compuesto por un emigrante y por una negra, donde el trabajo era vulnerado por los explotadores de turno.
Así que el adolescente Marighella, pronto usó ese potencial de combate verbal contra los usurpadores del trabajo proletario y contra cualquier manifestación de injusticia social, donde su lucha de supervivencia, con su familia, le facilitaría iniciar tres cursos de ingeniería en una Escuela Técnica de Bahía, es allí, a sus 18 años donde pone en práctica su lucha, contra el sistema clasista educativo de dicha escuela, al mismo tiempo que se hace miembro del Partido Comunista Brasileño.
En este período, se connota en la vida de Marighella el férreo revolucionario; el creador de tácticas y estrategias bajo la beligerancia de su ideario dialéctico. Pero también al poeta de emergencias sociales, siempre puntual en constatar las vivencias del oprimido en esos versos cálidos, tiernos y, también, agresivamente rotundos contra el opresor. Ahí está ese poema, tejido y cultivado como dardo, con certera crítica contra el esbirro, Juracy Magalhães, interventor de la Escuela Técnica de Ingeniería, que en 1932 lo encarcelan por primera vez.
En este período interrumpe sus estudios y se traslada a Rio de Janeiro , y en 1936 es encarcelado de nuevo y torturado, siendo liberado un año más tarde. He aquí los puntos álgidos de la vida de un revolucionario que escala esa frecuencia de valores y, también, busca otros espacios de mayor intensidad donde la lucha obrera es constante y el radio de acción en que él se mueve puede ser menos vulnerable que en otros espacios urbanos. Así que escoge el grande São Paulo, donde la pobreza es más visual y más combativa.
São Paulo será el espacio más álgido para recomponer y organizar el PCB y combatir frontalmente la dictadura de Getúlio Vargas. Las diversas organizaciones revolucionarias sectoriales paulistas contarán con la presencia de Marighella y con una nueva dinámica en las acciones revolucionarias. De nuevo, la dictadura lo apresa, lo tortura y lo confina en la isla de Fernando de Noronha, de 1939 a 1945. En esos 6 años de prisión se afanó en la educación marxista de sus compañeros de penal y, al mismo tiempo, escribiendo temas revolucionarios y poemas combativos. Al final de la dictadura de Getúlio Vargas se abre la esperanza constituyente y en 1946, Carlos Marighella es elegido diputado por el Estado de Bahía. En dos años de diputado, el diario de sesiones constata más de 200 discursos sobre diversas problemáticas de grave incidencia en Brasil. Denunciando casos concretos y aplicando una discursiva nueva y sugerente en el cambio de dirección de aquel Partido Comunista Brasileño, dirigido por Luis Carlos Prestes, que pactó con ciertas políticas del dictador Vargas. La disyuntiva y el descrédito de aquella postura hicieron que Marighella postulase por un nuevo rumbo revolucionario, no solamente en el discurso sino en un combate dirigido por la clase trabajadora. Su obsesión fue la de mantener una beligerancia para crear voluntades y una nueva mentalidad en la expresión de lucha de clases y la de crear condiciones para limitar el clientelismo burgués que mantenía con las clases más deprimidas.
En 1948 el mariscal Eurico Gaspar Dutra, presidente del país, desata una represión brutal contra Marighella que le obliga a refugiarse en la clandestinidad. Esta situación durará hasta su asesinato en São Paulo, el 4 de noviembre de 1969 por la dictadura militar. En esta situación, el dirigente obrero, formula una serie de prioridades políticas excepcionales sobre la situación de la dictadura post getuliana y, sobre todo, por el endeudamiento de Brasil en los años 50 y 60, en que el imperialismo USA impone a los gobiernos brasileños una dependencia a los asuntos que se priorizan desde el Pentágono y la CIA.
En esta situación, Marighella plantea un nuevo rumbo revolucionario con el fin de aplicar contundentes medidas para disuadir las intromisiones norteamericanas. Y la lectura que él hace de la situación, en esas décadas, es de tipo ideológico y recurrente al marxismo, en sus varios aspectos de aplicarlo en los diversos extractos de la sociedad brasileña, sin marginar al clero y a los militares más progresistas y contestatarios contra la dictadura instaurada en 1964, que depuso al presidente de izquierdas, João Goulart, en que los militares golpistas fueron apoyados directamente por los Estados Unidos.
Con el golpe de Est ado militar, Brasil se encontró en un nuevo estadio de relaciones represivas, y se declara a Carlos Marighella el enemigo público más prioritario a combatir. En este período, el dirigente comunista ya está en una fase de pensamiento revolucionario que supera el pensamiento político tradicional del PCB, anclado en el consentimiento de directrices imperialistas. Por tanto, hubo en replanteamiento de las acciones admitidas por Marighella después de ser herido en confrontación con los militares en el barrio carioca de la Tijuca, poco después del golpe de Estado. De nuevo en la prisión, el movimiento proletario brasileño y el movimiento internacionalista por el socialismo propiciaron su libertad. Marighella expuso varios parámetros de la represión en las cárceles y las consecuencias de la falta de garantías constitucionales, así como la represión abierta contra la dirigencia sindical.
En este período, Marighella profundiza en las divergencias que él tiene con el PCB, por la ausencia que tiene en la participación de la lucha por la democracia frente la dictadura. En 1966 expone al Comité Central del PCB su crítica de no participar en una lucha abierta de connotación revolucionaria. Afrontando las disidencias creó la ALN (Ação Libertadora Nacional), que opta resueltamente por el combate guerrillero. La lucha armada, en todas sus beligerancias y consecuencias, tiene para Carlos Marighella un exponente y una expresión de combate y de reclamo histórico en aquellas luchas en que los brasileños se implicaron contra las invasiones francesa y holandesa de su territorio en el siglo XVII y, también, contra los portugueses en su lucha por la independencia.
La fractura de los gobiernos democráticos frente el intervencionismo político norteamericano imponiendo un dictadura sangrienta, fue un referente para Marighela y para otros grupos que optaron por la lucha armada en Latinoamérica. La Revolución cubana estaba presente en todas las instancias de lucha contra los poderes fácticos, que en muchos casos estos grupos emergieron del estado existencial de diversos sectores del pueblo que se encontraron frente al espolio de los poderosos, siempre protegidos por paramilitares.
En este parámetro, el concepto guevarista de abrir varios frentes contra el Imperialismo capitalista, supuso un avance cualitativo en crepúsculos de descontentos que se fueron adhiriendo a la lucha armada. Brasil estaba en otra dimensión, ya no en la dialéctica de los viejos y ambiguos conceptos de la izquierda tradicional, por las circunstancias del poder dictatorial y por las premisas que estaba dando Marighella en aquellas circunstancias.
La muerte del Che y la fragmentación de ciertos grupos frente a los dispositivos dictatoriales ejercidos por varias dictaduras en Latinoamérica, no hicieron recaer en sus objetivos el proyecto de lucha armada urbana de Marighella. Era una experiencia nueva, sin duda, la guerrilla urbana que el propicio en un territorio tan amplio y con tantos resortes de esconderse como las que ofrecía São Paulo, así como otras grandes ciudades brasileñas.
Una de las acciones del ALN de Marighella fue enturbiar el poder dictatorial, con una famosa acción ejecutada el 1º de Mayo de 1968 en la que los obreros asaltan el gobierno y expulsan al gobernadoo paulista Sodré y convierten las conmemoraciones del 1º de Mayo en un acto revolucionario amplio, al que se suman estudiantes y otras clases sociales. Pronto se supo que esta acción estaba coordinada por Marighella.
La s intervenciones guerrilleras dirigidas por Carlos Marighella en 1969, tuvieron una repercusión en todo el mundo, por lo que se refiere al secuestro del embajador de los Estados Unidos en Brasil por integrantes del ALN e intercambiado por 15 presos de este movimiento guerrillero. Pocos meses más tarde, Marighella es asesinado y su grupo le sobrevive hasta 1974.
Si en 2 años de parlamentario ha dejado un sin fin de ponencias legislativas en favor de los pobres, en los 21 años restantes de clandestinidad dejó numerosos escritos teóricos y concluyentes ensayos sobre las diversas y cruciales circunstancias políticas, así como frecuentes alegatos revolucionarios, como el manual guerrillero, titulado: “Minimanual del Guerrillero Urbano”. Que siendo un compendio no lejano a “La guerra de guerrillas” de Che Guevara, tiene sus puntualidades sobre el espacio brasileño que esclarecen muy bien las concreciones estratégicas de Marighella.
Este libro, sobre operaciones y tácticas guerrilleras, así como otros textos de Carlos Marighella tuvieron enorme repercusión y después de su muerte fueron publicados. Una edición en español fue editada por “Documentos Latinoamericanos 1”, de François Maspero, en París (1970). En lo que se integran varios temarios con relación a su pensamiento marxista y a los procesos revolucionarios de Latinoamérica y en concreto al espacio brasileño.
Otro compendio de su obra se publica en el Portugal de la revolución de los claveles (1974), titulado: “O Brasil de Carlos Marighella”, textos seleccionados por Milton Miranda. Quiere decir que no sólo la táctica de guerrilla urbana sirvió a muchos grupos revolucionarios como guía de sus acciones sino que, también, sus textos ideológicos estaban inscritos a unas circunstancias que iban más allá del espacio brasileño. Por tanto, Marighella ha incidido en un proceso de vanguardia revolucionaria y, en muchas ocasiones, dio claves y sugerencias, excepcionalmente relevantes, en la década convulsa de los años 60 del pasado siglo.
En la “Poesía trunca (Poesía latinoamericana revolucionaria)”, recogida por Mario Benedetti y publicada por Casa de las Américas de La Habana (1977) y en segunda edición por Colección Visor de Poesía, Madrid (1979), Marighella forma parte de los 27 poetas de Latinoamérica, asesinados por defender las libertades de sus respectivos países. Marighella está junto al Che, Otto René Castillo, Roque Dalton, Javier Heraud, Víctor Jara, Ricardo Morales, Leonel Rugama, Francisco Urondo, etc.
Carlos Marighela merece estar en ese aposento al que Benedetti lo ha erigido, por que su libro poético: “Rondó da Liberdade”, merece esa puntualidad de sugerencias que transcienden de un joven humanista que personalizó unos ambientes de pobreza, el de los suburbios y periferias de su Salvador nativo.
Encontramos varios registros y temarios en su poesía, que tienen un valor creativo y repercuten en aquella generación de poetas aferrados a la crítica social. En sus recursos estilísticos expone una variedad de temas que sin representar una intrínseca unidad en lo tratado, como es el tema existencial y la libertad, expone un nuevo modelo de hacer poesía para el pueblo. En este horizonte, concreta el arte del pensamiento poético, sin acudir a recursos artificiosos para estimularle al lector falsas apariencias que el autor no siente ni desea.
En esa colección de sonetos es donde Carlos Marighella surge como un gran poeta, que sabe estructurar y economizar el verso, con ese lenguaje claro y contundente. También el poema amoroso es otro de los perfumes de su poesía que la hace grande, y la agrande se esclarece aún más cuando enarbola sentimientos que fluyen de su intimidad hacia el otro. Una poesía en la que nada se profana y casi todo se redime en esos espacios estridentes y vacíos donde lo humano no pulsa ni cicatriza su herida.
Marighella, en su “Rondó da Liberdade”, es un poeta del pueblo, al que le sugiere cosas y trata de mostrarle su microcosmo teñido por la crueldad existente que soporta y, muchas veces, sin poner en práctica su rebeldía. En su último poema, es explícito por la causa de la libertad proletaria: “Es necesario no tener miedo,/ es necesario tener coraje para manifestarse.// Hay quien tiene vocación de esclavo,/ pero hay los esclavos que se sublevan contra la esclavitud.// No quedar de rodillas,/ que no es racional renunciar a ser libre./ Aún los esclavos por vocación/ deben ser obligados a ser libres,/ cuando las cadenas sean rotas”.
Carlos Marighella es ya un referente revolucionario en aquel Brasil de las dictaduras y frente a los exterminadores de las libertades del pueblo y del socialismo. Es también un emergente de la epopeya de combatientes y dirigentes de aquella Latinoamérica convulsa y sometida por el terrorismo de Estado, que impusieron los grandes monopolios, valiéndose de gendarmes vende patrias. En este su centenario, Brasil le recuerda y otros también.
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